E.M. tiene 34 años, es mujer pero guardaremos su anonimato. Confiesa que cuando empezó a sentirse atraída por personas de su mismo sexo pensó: “Debo ser lesbiana”. Sin embargo, había algo que no cuadraba en esa etiqueta. “Sentía que no encajaba en ningún lugar porque no era ni heterosexual ni lesbiana y no fui consciente de ello hasta que conocí a una amiga que se presentó como bisexual. En ese momento me di cuenta de que era allí donde encajaba, y fue un alivio”, escribe por mail a este periódico.
El término bisexual no resulta nuevo en la sociedad, ni mucho menos en la literatura científica. Los casos más notorios fueron las teorías del padre del Psicoanálisis, Sigmund Freud quien aseguró que “todos en potencia éramos bisexuales” o los estudios del investigador Alfred Kinsey en la creación de la escala que establecía la orientación sexual de cada uno.
Actualmente, y según el argumentario de la Federación Estatal Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), la bisexualidad se define como la orientación sexual de quienes sienten atracción sexual, emocional y/o romántica hacia personas de más de un género y/o sexo, no necesariamente al mismo tiempo, de la misma manera, al mismo nivel ni con la misma intensidad.
“Te fijas en la persona, independientemente de su sexo, una vez puede ser un hombre, otras una mujer. La gente piensa que nos tiene que gustar más una cosa u otra, pero no. Te atrae una persona, sea hombre o mujer”, explica Julita García, coordinadora del área de bisexualidad de la FELGTB.
Todavía hoy el término sigue estando envuelto de mitos, desconocimiento y mucha, “mucha invisibilidad”, lamenta Julita. El rechazo siempre está presente, añade por su parte Roberto (que no es su nombre real), un chico de 25 años. “Desde el momento que en que la gente cree y te dice que algún día saldrás del armario definitivamente, ‘porque todo el mundo lo hace’, dándoles la razón de que los bisexuales no existen, de que todo tiene que ser blanco o negro, cuando en el arcoiris existen más colores”, afirma. Esta falta de reconocimiento ha sido demostrada en un análisis elaborado por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Pittsburgh (EEUU), cuyos resultados fueron expuestos recientemente en la 141 ª reunión anual de la Asociación Americana de Salud Pública y Exposición en Boston. Según refleja el documento, “los hombres que se identifican como heterosexuales tienen tres veces más de probabilidades de clasificar la bisexualidad como una orientación sexual no legítima”. Una actitud, mantiene Mackey Friedman, investigador del estudio, que puede influir negativamente en la salud de las personas bisexuales. Incluso, estudios anteriores han demostrado que estas emociones conducen a “un mayor consumo de sustancias y conductas sexuales de riesgo”, señala el informe.
Las personas bisexuales, añade el experto, se enfrentan a los prejuicios, el estigma y la discriminación de las personas heterosexuales y también de homosexuales, lo que puede provocar sentimientos de aislamiento y marginación.
Algo que confirma Julita García: “Puede resultar curioso pero incluso dentro del colectivo homosexual, algunos (sólo algunos), nos ven como personas que aún no hemos salido del armario, que nos cuesta todavía reconocerlo, y por ello decimos que somos bisexuales. La bisexualidad no es una etapa de transición para decir que eres homosexual, es sólo una orientación sexual más. No somos homosexuales encubiertos”, afirma contundente. Además, confiesa que muchas veces, una persona bisexual prefiere decir a sus allegados que es homosexual, tan sólo porque está mucho mejor visto y aceptado.
Los avances legales de los últimos años en este país, cuenta Mario de 25 años -del que también evitamos dar su nombre real-, han dignificado a todos los colectivos. Pero en el ámbito social, “las mejoras en el grupo homosexual no han venido acompañadas de una mejor aceptación de las personas bisexuales, más bien al contrario. Todo el mundo tiene amigos gays, pero, ¿cuántas chicas están dispuestas a iniciar una relación con un chico bisexual? Y si lo hacen, ¿cuál es la respuesta que reciben de su entorno (familia, amistades, lugar de trabajo)?, se pregunta. Existen aún muchos mitos, aunque que más que eso son prejuicios o discriminación en toda regla”.
Diversidad y diversidades
En realidad, manifiesta Francisco Cabello, director del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología, la orientación sexual es algo muy complejo. “La perspectiva de la diversidad sexual hace que la sexualidad se exprese con distintas orientaciones: heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, asexualidad y orientación parafílica de la sexualidad”, explica.
Y esa diversidad, agrega, viene condicionada por los distintos niveles que conforman la sexualidad como son el sexo genético y morfológico, las ideas del individuo respecto a su cuerpo, las reflexiones frente al rol que la sociedad espera que la persona desempeñe o sus propias expectativas frente a su interacción con la sociedad, las conductas eróticas que practica o las implicaciones de todas estas disposiciones en su relación consigo mismo y con la sociedad.
Así, toda combinatoria conlleva tal diversidad que “es impropio, llegado el caso, hablar de bisexualidad, sino que resulta más coherente y apropiado hablar de bisexualidades”, mantiene. Y si se aplica la misma dinámica a la heterosexualidad, señala, bien se vería que a tenor de tanta diferencia se concluye que existe un entrelazamiento, donde las definiciones, a costa de intrascendentes o innecesarias, ocupan poco lugar.
fuente: el nacional
0 comentarios:
Publicar un comentario