“Está dolorosamente claro que ninguna diligencia en esa dirección
traerá de vuelta entre sus seres queridos a mi primo, hoy gustosamente
daría mi vida por lograrlo, pero estoy consciente de que eso es
imposible”.
Mario José Redondo Llenas, en prisión desde hace 18 años.-
Mario Redondo Llenas, autor de la muerte de su primo José Rafael
Llenas Aybar, sigue expresando su arrepentimiento y reclamando el perdón
de su familia y de la sociedad por los hechos horrendos en los que
participó.
Lleva 18 años en prisión y todavía no deja de pensar en lo terrible
de la tragedia, para su primo, para sus familiares y para él mismo.
Luego de que pasara un proceso judicial, en que reclamaba libertad
condicional bajo fianza, por cumplimiento de la mitad de la pena, se
dirigió a Acento para dar a conocer su estado anímico y su
arrepentimiento.
“A casi 18 años no me anima la idea de negociar con el olvido, de
la condena de los tribunales y la de mi conciencia nunca he pretendido
zafarme, la primera es temporal y dinámica, la segunda eterna”, dice
en su carta.
A continuación la carta:
Cucama, La Romana
Febrero 02, 2014
Sr. Fausto Rosario
Director Acento.com
Su Despacho.-
Distinguido señor Director:
Le confieso que no tengo acceso al novedoso y dinámico medio
electrónico que dirige, de lo que allí se expone solo tengo
referencia por la vía familiar y alguno que otro trabajo impreso que
me llega a las manos.
Escribo desde mi celda y con mi puño para posterior transcripción, firma y referencia por cercanos.
En 1996, agonizante en corazón y alma como resultado de mi dolorosa
vinculación con el horror que terminó con la vida de mi primo José
Rafael, me desplome por un abismo que parecía no tener fondo, todo lo
que me era familiar, querido y conocido se resquebrajó, cuando no
despareció por completo, dejándome solo y maltratando a mis más cercanos
familiares.
En esas circunstancias me enrede en el silencio, dejando lugar
para que la confusión y la malsana especulación construyeran un mito,
que a su vez alimentó la furiosa indignación de muchos de los
exigían, con justificada razón, explicación y condena.
A casi 18 años no me anima la idea de negociar con el olvido, de
la condena de los tribunales y la de mi conciencia nunca he pretendido
zafarme, la primera es temporal y dinámica, la segunda eterna.
Mi vida es el testimonio que puedo dar de lo que siento, lo único que puedo hacer, en mis condiciones actuales.
Con los años he sido ampliamente bendecido por los afectos de una
familia que ha enfrentado una sanción social de mucho peso, de amigos
antiguos y nuevos, quienes sufren conmigo, perdonando, creciendo y
ayudando a otros a hacerlo también.
Este encierro lleno de amarguras también ha traído cosecha del
privilegio que supone la amistad incondicional de esas personas.
En el plano profesional he dedicado este 50% de mi vida al estudio
y a la práctica de la pedagogía de adultos, puedo dar constancia de
que soy el primero y hasta el momento el único en alcanzar más de un
grado universitario en la historia del sistema de correcciones , lo
cual no es un exhibicionismo vano de mis logros , si no la prueba del
esfuerzo constante y la dedicación.
Mi trabajo ha merecido reconocimiento institucional, de colegas
dentro y fuera del contexto penitenciario y el de mis alumnos, que a más
de 15 años se cuentan por centenares.
Sobre esta muy penosa tragedia hay mitos que aclarar, confusiones
que resolver, sin embargo, esta dolorosamente claro que ninguna
diligencia en esa dirección traerá de vuelta entre sus seres queridos a
mi primo, hoy gustosamente daría mi vida por lograrlo, pero estoy
consciente de que eso es imposible.
Es esta convicción, que frente a Dios y a los hombres, me lleva a
resistirme a la idea de que la realidad es estéril y que este
encierro solo debe dedicarse a rumiar mis faltas. De esta terrible
desgracia puede y debe surgir un testimonio que compartir, una moraleja
que los interesados puedan valorar, una base sobre las que otros
puedan construir.
Lo siento, lo siento mucho. Estoy arrepentido, y a Dios pido perdón.
Con mucha humildad acepto la verificación rendida por el Tribunal
Constitucional en el sentido de que pensar y compartirlo, con aquellos
que generosamente se interesen, es un derecho inalienable de todos.
El Tribunal de Ejecución de la Pena de San Pedro de Macorís, al
reconocer el cumplimiento cabal de TODAS las formalidades legales para
solicitar mi puesta en libertar condicional, las autoridades que
nunca se opusieron de manera formal y mismo Tribunal Constitucional
actuaron según la ley, pero guiados por una visión sesgada de la
situación.
Los integrantes de estas instancias judiciales se han forjado una
idea de mi persona basada en el mito creado por mi silencio lo cual no
es justo.
Se que un derecho implica deberes y quedo comprometido con todos
los que se empeñaron por encima de los prejuicios, reconociéndolo para
mi bien y el de la sociedad.
El tiempo demostrará que solo la mitología y los creadores de
leyendas urbanas tienen razones para inquietarse por el uso de la
facultad legal, que se me ha reconocido, a expresarme, pues esos
rumores y fabulas solo se alimentan de la falta de información.
Muchas gracias por su valiente apertura,
Mario José Redondo
fuente: acento.com
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